El sonido, la voz y el canto, durante la gestación y el parto, e incluso en la crianza inicial, es una herramienta de comunicación afectiva, porque se convierte en una manera de meditar activamente, consiguiendo que la parte más racional del cerebro (neocórtex) descanse, mientras las ondas cerebrales del estado de vigilia se sustituyen por las ondas típicas del estado meditativo.

La exploración de la voz la proponemos como repetidas vocalizaciones, muy poderosas para la mujer que empieza a cantar desde muy temprano en el embarazo, favoreciendo la toma de conciencia en la respiración abdominal y de una larga exhalación.

Gracias a las vocalizaciones la mujer se relaja y abre la garganta, suelta la mandíbula y el cuello, puntos energéticos que tienen una relación directa con los puntos energéticos y anatómicos en el cuello del útero, canal vaginal y periné, partes que se expanden, facilitando la dilatación en el parto y disminuye notablemente la incomodidad y/o dolor.

Es una práctica meditativa en la cual se utiliza la vibración de la voz y no se requiere conocimientos previos ni instrumentos.